Vaya que hoy ha sido un día excepcional!. Luz me había pedido que le ayudara con la cámara para un trabajo que tiene que entregar. Lo quiere hacer del fantasma de la opera, así que estuvo buscando fenotipos que concordaran con lo que tenía planeado. Así, terminó escogiendo a Xochitl y Rodrigo, dos individuos de piel clara (racista! racista!).Cuando iba a entrar a clase, fuimos a mi salón y le pidió permiso a mi maestra para "robarme". Aquel individuo indeseable, el tal Juan José hizo un comentario mordaz en doble sentido, pero no tuvo efecto sobre todos los expectadores, asì que se resignó. Nos fuimos en taxi al jardín Borda y para mi sorpresa, traía mi cartera (con la credencial de la escuela adentro) así que pude obtener boleto de entrada con descuento para estudiante. Cuando Xochitl se puso el vestido que le prestaron a Luz se veía maravillosamente bella. Es algo que talvez no esté acostumbrado a ver, pero de cualquier manera no me impresionó tanto como posteriormente. Fuimos grabando en diferentes partes del jardincillo de acuerdo con la idea que tenía mi amiga y para nuestra sorpresa, ella terminó memorizando la letra de la canción. Se veía increíblemente bonita con el vestido blanco sentada sobre la fuente, irradiando alegría con su ligera risa nerviosa. Mas que una muñeca parecía un ángel... sí, cuando me pongo a pensarlo llego a la conclusión de que de ese cuerpo podría llegar a enamorarme (cosa que no pasa desde hace mucho) a pesar de desconocer a la persona que habita en él. Cuando terminamos de grabar Luz nos llevó a comer y decidimos ir a la fondita que está junto a la escuela. Prácticamente todos pedimos lo mismo y en todo ese rato yo estuve poniendo mucha atención a esa persona que desconocía, con tal de arrebatarle ese anonimato, sacarla de ese obscuro halo en el que se encontraba. Realmente no podría decir que ya la conozco pero por lo menos ahora se su nombre, tengo su rostro perfectamente impreso en mi memoria y escuché (igual que siempre, con mucha atención) algunos principios que quiso compartir en voz alta. Mi naturaleza un tanto torpe hizo ante ellas constancia de su existencia al resbalárseme la jarra de agua cuando comíamos. Prácticamente todo su contenido (agua de naranja) terminó en la mesa y en sus platos y piernas al escurrirse. Fue algo verdaderamente vergonzoso, pero por alguna razón a la que no he podido accesar aún, no me sentí tan mal como podría haber sido de esperar en otras circunstancias. El desastre fue tal que ya no pudieron terminar lo que había en sus platos, pues pasó de guisado a sopa, así que cuando el mesero se acercó tímidamente a preguntar si querían el postre, ambas decidieron no resignarse a las circunstancias. Lo que me hacía sentir mal era que debido a mi torpeza no pudieron terminar de comer, y lo que son las cosas: ni a mi ni a mi plato les cayó nada de agua. Regresamos a la escuela, la cafetería recién cerrada (por quiebra probablemente) no estaba tan vacía como era de esperarse a esas horas, y después de un rato llegó Alan. Decidimos acompañarlo hasta que dieran las 5, y como dice ese dicho viejo y vulgar (tanto como popular, que aunque la raíz de ambas palabras parezca diferente, es la misma sólo que en diferentes idiomas): aquí se rompió una jerga... y nos fuimos.
jueves, abril 14, 2005
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