Le ayudé a papá, pero para variar, esta vez no había carros para lavar, así que no me mojé, pero tampoco me refresqué. Me puso a barrer una buena parte del día y me puse a instalar unas lámparas fluorescentes en la cabina de pintura comprada hace un año y abandonada desde entonces.
Papá parece permanecer ignorante del ultraje afectivo que me produjo, no estoy seguro si lo culpo o no, la verdad es que lo considero una completa bestia en asuntos de relaciones humanas. Es brutal, falto de tacto, impaciente, agresivo y exigente. No me extraña en absoluto que no tenga amigos fuera del trabajo, nunca sale para ninguna parte si no es con “su Paty” o con nosotros.
sábado, abril 23, 2005
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