Papá:
Papá:
No sé cómo hacer una introducción a esta carta así que iré al grano.
Merezco mas afecto del que me estás dando.
El sábado 16 de abril, me hiciste algo horrible: después de que estuve contigo de achichincle, y que dio la hora de la comida, te pregunté si te faltaba mucho para terminar. En caso de que no hubiera sido obvio, esa pregunta implicaba una decisión acerca de si te iba a esperar a comer o no. Como el tiempo que no me quisiste decir (pues lo tuve que suponer y resultó correcto) que te faltaba me pareció relativamente corto, decidí esperarte, pero de nada sirvió, porque no te dignaste a decirme que no ibas a comer con nosotros, simplemente llegaste a casa después de hacerme esperar y subiste directamente para cambiarte y esas cosas.
Cuando veníamos de camino a la casa, ya me las olía, si recuerdas, tengo buena intuición. Te pedí que me llevaras a compunet, pero te negaste, y yo no podía concebir que después de que me sometiera por casi 6 horas a tus órdenes, no quisieras darme un aventón de tan sólo 20 minutos, así que mientras tu subiste a tu cuarto y yo calentaba ese no tan sabroso taco de chorizo, pensaba que tal vez no podría ir con mi tío Arnoldo. Como 3 minutos después de que mi taco saliera del microondas y como 2 después de que tu te fueras, o como 2 mordidas después de que comenzara a comerlo, mi tío se fue, junto con las posibilidades de que me llevara con él.
Así que decidí hacer un nuevo intento y te hablé al celular. Contrariamente a mis costumbres, te presioné para que me llevaras, y si recuerdas, nunca te lo agradecí, realmente me hiciste enojar muchísimo.
Después, a la siguiente semana, yo estaba observándote y ví que como que tenías ganas de regañarme, así que un miércoles corté pasto y junté los trastes, para que no pudieras decirme nada, pero de cualquier manera tu llegaste muy tarde y no se si no te diste cuenta o si no te importó, el caso es que me levanto en la madrugada (del jueves) para leer unas copias que había pospuesto por semanas y casualmente (mira que se me hace sospechoso) tu bajas al baño y aprovechando que estoy despierto decides regañarme. A decir verdad, esto es muy confuso: no me creiste que estaba leyendo, entonces, ¿Qué estaba haciendo? ¿Drogándome? ¿Masturbándome? ¿Invocando a Belcebú? ¿Brujería? ¿Experimentos genéticos utilizándome como sujeto de pruebas? ¿Estableciendo contacto con inteligencias extraterrestres? ¿Por qué no puedes reprimir los miedos de lo desconocido? ¿Qué podría estar haciendo en mi cuarto con las 2 luces encendidas y en completo silencio que despertara tus sospechas y angustias a las 3:30 de la madrugada?
También me hiciste enojar mucho, pero seré sincero, te mandé a la goma durante varias horas porque leer era mas importante y prioritario que pensar en tus furias, así que no me permití ningún pensamiento hacia ti hasta que me subí a la ruta, y entonces, decidí que no permitiría que una desagradable interrupción en mi nada rutinaria cotidianidad me hiciera estar enojado todo el día.
Llegando a tiempos mas recientes, el martes (10 de mayo) fui personalmente al taller para ponerme de acuerdo contigo, directamente y sin el intermediario telefónico, y, por si no lo recuerdas, quedamos en que pasarías por mí, no importa la hora a la que terminaras. Yo no traía mi mochila, y por lo tanto, las llaves, dinero, tarjeta de teléfono, y probablemente ni te acordaras que a mi celular se le acabó el crédito el 4 de mayo. Después de varias horas y que sospechaba que podrías haberme expulsado de tu mente, me obligué a pedir ayuda, y le pedí a Leunar que te hablara para que no me dejaras allí.
Recibí el recado de que todavía estabas allí, que pasarías mas tarde por mí. Pasó mucho rato y me puse nervioso, así que le pedí a mi amigo Alan que volviera hablarte ¡¡¡y resulta que ya estabas en Tres Marías!!! Me dejaste vilmente, justo en contra de lo que acordamos. Yo estaba en compunet, esperándote, Marissa había ido a comer y cerró la parte de abajo. Me dejaste y nunca dijiste nada al respecto, como si nunca hubiera sucedido, como si fuera producto de mi enferma imaginación.
Pero no bastaba con una a la semana. Te preguntas por qué nuestra relación está en tan mal estado y aparentemente no prestas la atención necesaria para entender la respuesta. Apenas ayer viernes, se me ocurrió que podía platicar contigo mientras me bañaba. Estaba muy inquieto, Ady podría confirmártelo, y entonces, cuando llegas y hago la propuesta, llego preparado para cualquiera de las 2 respuestas. El asunto aquí, no es la respuesta, si no la manera de decirla. Yo te lo propuse de buena manera, ni gritando, ni con entonaciones ni gestos desagradables, pero tu me contestaste muy groseramente, nuevamente asumiendo que yo conocería una decisión que tomaste y que era “del dominio público” de manera implícita. ¿Qué necesidad tenías de lastimarme? ¿Por qué no podías decirme el mismo mensaje de otra forma? ¿Por qué te enojaste, si no nos habíamos visto en todo el día? ¿No se supone que soy tu hijo y que por lo tanto me quieres y te da gusto verme (sobre todo cuando no sucede muy seguido)? ¿No te sorprendió mas el mensaje que te dí, que el tiempo en que te lo dí? ¿Cada cuándo platicamos? ¿Por qué me rechazaste de esa manera tan cruel? Después de esto, me obligué a permanecer allí, porque tú querías que estuviera allí. ¿Tu crees que tenía ganas de comer? ¿Tu crees que quería quedarme junto a ti? Según lo veo, no puedes si no sentirte orgulloso de mí, al menos en este caso específico, pero tal vez debería hacer caso de la antigua sabiduría: “No hagas nada por complacer a los demás, nunca lo lograrás. Hazlo por ti.” Sin embargo, me pongo a pensar en tus actitudes frente al egoísmo y ya no estoy convencido de nada.
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