Hoy ha sido un buen día. Fuí con mi familia a ciudad de México para festejarle una fiesta de cumpleaños sorpresa a mi tía Ma.Rosa. En realidad, no íbamos a ir, pero con una llamada telefónica a tempranas horas de la madrugada, como a las 7, mi tío Coquis nos invitó al festín. En realidad la cosa es ligeramente más complicada que eso, pues mi papá se va a Monterrey el día de mañana a conseguir, o al menos intentarlo, un departamento para mi primo León, quien próximamente se trasladará a esa ciudad debido a sus estudios universitarios en medicina. Se va a ir en carro, pero hasta allá son algo más de 12 horas de camino, así que para ahorrarle un poco de esfuerzo, le ayudé con el trayecto Cuernavaca-DF, y un tramo de ciudad. En realidad, yo iba a manejar hasta casa de mis tíos, q está relativamente cerca de Mixcoac, pero no conozco bien el camino y no me salí en periférico, y luego se sucedieron una serie de conflictos silenciosos a causa de ésto, culminando en q le devolviera el volante. En realidad, no duré mucho tiempo enojado, pero con la desvelada del día de hoy, ¿o ayer? Bueno, no se, por no dormir lo suficiente mi irritabilidad estaba bastante mas proclive a relucir. Cooperando en la organización, mis furias se disiparon. Agua de lima, alambre, rajas con crema, tortillitas azules, guacamole, arroz rojo, refrescos, cerveza, pastel, rompope... todo ésto formó parte del festín, pero claro, lo más importante fué la convivencia y el detalle. Todo estuvo cuidadosamente planeado. Mi prima Azucena le pidió a mi tía que la llevara a su hospital (estudia medicina), desde donde se regresó en camión mientras mi tío le hablaba a la hermana de mi tía (o sea mi otra tía), Raquel. Luego Raquel le habló a mi tía y le pidió ayuda con algunos pendientes y la entretuvo hasta las 5 de la tarde, momento en que estaban entrando a la casa. Unas inesperadas mañanitas cantadas por 13 personas y acompañadas con el piano, lograron arrancarle unas lágrimas de emoción.... y después la comida. Todo quedó muy sabroso, aunque tal vez una parte importante del placer era el hambre que teníamos todos de tanto esperar y de habernos movido para q todo quedara a tiempo, y al final, con una velita improvisada (una veladora roja) sobre el exquisito pastel de cajeta volvimos a cantarle las mañanitas. Todo estuvo excelente, y como mi padre tiene que viajar mañana, tuvimos q retirarnos temprano, como a las 8. Aún quedaban varias cosas q hacer, como dejar a Mariana en su casa, regresar la carretera y pasar al supermercado a comprar algunos tentempiés, ingredientes para sándwiches, chicharrones y borondangas, refrescos, etc. para el largo camino hasta la Cd. de Monterrey. Yo me quedé dormido en el camino, como por Parres, y quedé completamente perdido por la siguiente hora, recobrando algo de consciencia cuando se bajaron en el estacionamiento del super, pero no terminé de despertarme hasta q llegamos a casa. Una llamada pendiente me quitó las ganas de ir a dormir directamente, pero tuve q acomodar algunas cosas en la cajuela... un buró, algunos libros de medicina (librotes de hecho), y, por supuesto, cenar. Para cuando sacié mi antojo de tres semanas de una lata de lechera, subí a mi cuarto con algo de angustia. Eran las 11 en punto y es domingo (o era), así q las probabilidades de q despertara a mi amiga eran bastante altas, sin embargo, consideré el asunto con la prioridad suficiente como para aplastar mi reluctancia a hacerlo y me comuniqué inmediatamente. Afortunadamente me contestó ella directamente, y en lo que decía "Bueno?" recordé que su mamá también está de viaje, así q sintiendo horror por interrumpir su descanso, procedí a asentar el asunto pendiente. Todo salió a pedir de boca el día de hoy.... me remuerde la conciencia no merecerlo.